Diego Sabiote Navarro nació en Macael (Almería) en 1944. Desde muy niño comenzó a trabajar en las canteras de su pueblo natal (de 10 a 19 años). Es Doctor en Filosofía por la Universidad Civil y la Universidad Pontificia de Salamanca y, por esta última, licenciado en Teología. Desde 1975 reside en Mallorca, de cuya Universidad es Profesor Emérito de Filosofía.
Ha publicado los siguientes libros de poesía: Hoy busco mi procedencia, Almería 1992; El libre vuelo, Salamanca 1994, 2ª ed; La otra voz, Palma 1995, 3ª ed; La canción de las orillas, Palma 1997; La visita de Savitrí, Palma 2000; La palabra del alba, Almería 2000; Los hijos de ningún tiempo, Palma 2001; Palabras de bendición, Palma 2004; La liturgia de los pájaros, Almería 2004; La hora de la brisa, Palma 2004; Con luz propia, (con la colaboración de Francisco J. Díaz de Castro), Búger 2005; Domingo de la vida, Palma 2005; Testamento de Chopin, Granada 2005; El pi de Costa i Llobera, Llum i ofrena, Palma 2006; El aroma de Bécquer, Granada 2006; Y pese a todo, la luz, Madrid 2007; L’escala de Jacob, Palma 2008; Ifantarà la nit, Palma 2010; en las cuerdas de los violinas, Granada 2011; L claridad de la espesura, Almería 2012; Donde la vida crece, Granada 2013; De tu vida y la mía, Palma 2015; A sus pies señora, Granada 2016; Alcanzar la costa, Granada 2017; Luminosa posada, Granada 2018; Su canto es azul, Granada 2019; La sonrisa de Dios, Granada 2019; Jesús el Galileo (El poeta de Dios), Granada 2020, Semillas del Reino, 2021.
Aquella experiencia bíblica de Palabra-Poesía, con la que vine de Profesor a la Universidad P. de Salamanca, (entre 1972 y 1980) se ha mantenido latente en mis años de docencia universitaria, como pensador teórico, pero nostálgico de una poesía que sigue latente en mi vida, con más de cuarenta libros escritos (¡cuarenta libros, y ni siquiera una parábola!) de exégesis bíblica y de filosofía. Pero tú, amigo Diego, y otros amigos poetas estáis haciendo que despierte de nuevo y me despierte, porque he logrado escuchar en tus voces un eco de la voz de los poetas de mi tierra, la Palabra de los profetas de Israel y sobre todo la del Cristo Poeta, con el don y exigencia de transformación personal y social (eclesial, mundial) que Dios nos transmite a través de ella.
Tú me has enseñado de nuevo que el poeta/profeta no cierra su palabra en enseñanzas (como profesor), sino que convierte su persona en palabra, sabiendo y pudiendo decirse a sí mismo, para que otros sean y se digan también, a su manera, no en contra de nadie, sino a favor de todos, y todos se enriquezcan, como en una celebración poética de bertsolaris, donde todos compiten a favor de la palabra que ilumina, abre camino y convierte a los caminantes en peregrinos de la verdad, que es la vida culminada.
Xabier Pikaza
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